La función de escribir es vivir tus
sueños. Alargar los momentos de ensoñación. Es contar historias tan
interesantes como la propia, pero tienes la oportunidad de vivir varias a la
vez. Me fascina escuchar historias. No puedo estar fuera de ello. Cuando escucho
a la gente, solo soporto las conversaciones que cuentan algo, que me describen
mundos que yo no he vivido, cuando lo que dicen se convierte en algo
interesante. Cuando me cuentan su cotidianeidad me resultan sumamente aburridos
porque las historias, para que sean maravillosas tienen que ser concretas,
romper con la temporalidad a los momentos más importantes para el que lee.
Cuando escribo tengo la oportunidad de vivir en otro mundo. Cuando escribí el
cuento de Luna Rusa, sobre el que se desprendió mi novela, estuve en la luna.
Leí todo lo que pude sobre el tema, me empapé de libros: Mailer, Wolfe, Dick,
Verne, y varios manuales de qué es un astronauta y su esquipo. Vi catorce horas
de un documental sobre el viaje a la luna. Escribí cincuenta cuartillas en una
semana. Trabajé diez a catorce horas al día. Viví en la luna. Tal vez ninguno
de mis amigos sabe tanto de ese tema. Más que fascinación fue obsesión.
Fue
no sólo cumplirle un deseo al niño inmerso en mí, fue empezar lo que el adulto
desea ser. De ello me brincó un metódico, ¿por qué escribo?
Mi tesis de maestría fue
sobre el proceso creativo, por lo que intercalaré algunas ideas que planteé en
mi tesis.
El primer paso es, antes de
encontrar la causa para escribir, definir la finalidad. Todos los escritores, que aspiran a ser
más que contadores de historias, poseedores de un lenguaje absoluto, tienen una
búsqueda final en común, como aclara Cyril Connolly en La tumba sin sosiego, “cuantos más
libros leemos, mejor advertimos que la función genuina de un escritor es
producir una obra maestra y que ninguna otra finalidad tiene la menor
importancia”. Esta idea es complicada pero necesaria, sino aspiramos a ello,
nos convertimos en simples tipógrafos. En 2013 Amazon determinó que, sólo en
China, había un millón doscientos mil, 1,200,000 escritores o gente que había
publicado un libro. Es apabullante. El problema son los demasiados libros (a
esto le dedicaré otra entrada). Así que sí, todos los que nos planteamos la idea
de crear mundos léxicos, debemosaspirar a crear una obra maestra en la vida y escribir
libros que si no se materializan en obra maestra, pueden ser un aprendizaje.
Para cada escritor, las
razones personales varían. García Márquez declama que escribe para que sus
amigos lo quieran, Jacques Borel asegura que “si escribo, lo hago también,
puede que sobre todo, para no ser un extraño”. Razones de identificación y
aceptación con uno mismo o con el entorno. En cambio, Ernest Hemingway
determina que las razones para escribir atañen a una causa más pura, interna e
intrínseca a la escritura, por el placer que genera, apabullante, hasta nublar
a la realidad: “Recuerdo como ocurrieron todas esas cosas y los lugares donde
vivíamos y los tiempos buenos y malos que tuvimos ese año. Pero más vívidamente
recuerdo la vida en el libro y la creación de cuanto en él ocurría cada día. Al
crear el campo, la gente y las cosas que ocurrían, me sentía más feliz que
nunca.” En escribir está la recompensa para estos autores.
Para mi, escribir me
permite vivir más que lo que esta vida sosa me ha dado. No porque mi vida haya
sido, en estos treinta años, aburrida. He dedicado parte de mi vida a viajar, he
vivido en otros países, conocido a gente alucinante, soy un fanático de los
deportes extremos: paracaídas, bucear, rapelear, nadar con tiburones ballena, bungee,
canopi, entre otros; sólo me faltan tres: ala delta, escalar y esquiar. Pero
escribir me permite vivir realmente, conocer otros mundos, convertirme en
alguien más allá de mí.
También
uno busca fuera de la escritura los dividendos. Pueden ir desde la
trascendencia a partir de la creación hasta encontrar la totalidad inmersa en
las letras, como lo buscaban los místicos o los románticos; la concreción de sí
mismo a través de la palabra, como Clarice Lispector determina, “escribir es
intentar entender, es procurar reproducir lo irreproducible, es sentir hasta el
final el sentimiento que se quedaría en algo solamente vago y sofocante.”. Y
para que ese sentimiento se concrete, el creador tiene que escribir.
Así, a seguir tecleando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario